Te has puesto a leer esto, confiado, confiada, en el sitio en que lo encuentras porque, precisamente, es un sitio a donde vienes sin obedecer a ninguna casualidad. Vienes deliberadamente porque sabes que puedes encontrar cosas como ésta. ¿Qué piensas cuando la estás leyendo y te dice que ahora dos ojos están fijos en estas palabras? ¿Que justo hace un instante acabas de leer la palabra ‘ojos’? Te paras a pensar que es posible que no, que puede suceder el casi imposible azar de que otros dos ojos estén justo ahora, en la misma precisa milésima de segundo viendo las mismas letras impresas en este foro. ¿Y pensará también que es posible que sucede el casi imp...? Sabes que no. Pero, sin darte cuenta has entrado en un bucle de pensamientos, estás como en un laberinto de espejos dentro de espejos dentro de espejos. Y si lees, si ahora lees que todo esto no es más que un subterfugio para entretenerte mientras llego sin hacer ruido por detrás, con un escandaloso cuchillo de matarife, quizá hasta esboces una sonsrisa y te niegues a girarte ¡valiente bobada! ¿O no?
Pero ya es demasiado tarde... O el cuento se ha acabado. O has muerto...
Pero ya es demasiado tarde... O el cuento se ha acabado. O has muerto...
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