Siendo un gatito flaco como es, quizá pensáis que Raskayú buscaba comerse el hermoso pececillo que tiene la vecina en el salón... Pero no, descuidad, es posible que en su afán por jugar, por descubrir, por palpar colores en movimiento, nuestro héroe cause más de un desastre (¡ay, esa pecera tan cerca del borde!) y, más de una vez, haya tenido que salir por patas por la misma ventana por la que acostumbra a colarse, pero no se comería el pez, no.
No se lo comería porque además, poco después, alguien pondría en algún tocadiscos la 'Suite del Cascanueces' y, aunque Tchaikovsky no sea precisamente su favorito, nunca se ha podido resistir a ese dulce tintineo y se iría acercando, acercando hacia la música, sin reparar en peligros.
Pero volverá a la pecera, estad seguros, volverá a quedarse ensimismado con el rutinario ir y venir del pequeño Caifás...
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