Yo sería un gran muerto.
Mis vicios entonces lucirían
como joyas antiguas
con esos deliciosos colores
del veneno.
Habría flores de todos los
aromas en mi tumba
e imitarían los adolescentes
mis gestos de júbilo,
mis ocultas palabras de
congoja.
Tal vez alguien diría que
fui leal y fui bueno.
Pero solamente tú
recordarías
mi manera de mirar a los
ojos.
(R. Dalton)
… taba ahí, entre mirando
problemas de porcentajes para un alumno que los tiene a medio tragar y entre dibujando
ojos argelinos cuando por algún lado, puro azar, me ha aparecido Roque Dalton. Yo
amo a Roque Dalton. Me deleita Roque Dalton. Alguna vez quise ser Roque Dalton,
hasta ansié morir como Roque Dalton. Abandono los porcentajes y los ojos sin
miramientos y voy descubriendo, de a poco, cómo Roque tuvo una medio hermana,
Margarita, que tuvo el valor de pedir matrimonio a un colega para poder marchar de México a Cuba. Que tuvo las
agallas para casarse con ese colega y para irse a seguir definitivamente a
Fidel en su campaña de alfabetización ecuménica. Descubro así, en el mismo
torbellino de azares, que el individuo que aceptó casarse con ella, matrimonio
que duró un mes, fue el cuate José Agustín, reconocido escritor mexicano. ¿Y
quién es el tal José Agustín, me pregunto? Pues nada menos que uno de los
componentes de la denominada «Literatura de la Onda». La literatura de ¡la
Onda!, ahí es ná… Mi profuso
conocimiento de los seriales mexicanos hace que no ignore que tal título nada
tiene que ver con esa parte de la Física que profundiza en la acústica ni
pendejadas por el estilo y… una cosa lleva a la otra y la otra a la de más allá
y así llego a Parménides García Saldaña y a su novela «Pasto verde», que llevo
una hora tragándome sin miramiento alguno. Es… ,como lo diría, como si Gael García
me estuviera recitando a Borroughs a toda hostia… ¿Qué porcentaje de enajenados
chingados andarán ahorita al pedo con don Parménides le preguntaría a mi alum…?