A medio hacer
en mitad del ingrato sueño
tenías que venir.
Es posible que subieras aquella empinada cuesta,
que arrastraras noche
y luna
y retales de mar en las rodillas
en el pelo
en los ojos...
Es posible que
con la mitad del recuerdo,
con el esbozo
de una posibilidad
los brazos
me sigan creciendo
hasta los labios llenos de esponjas,
de caracoles,
de sangre...
Pero todo está bien,
no recuerdo nada
ni creo posible
que ninguna esperanza
resucite la media noche
donde, desnuda,
empezaste a desaparecer
dentro de un poema,
una y otra vez...