Como tantos,
cualquier día gracias a vos
encontré
un boliche
donde fulminar mi formalidad
y poder acariciar
unos dedos que contaron conmigo...
Deberías haber sabido
que podías seguir viviendo
para mí,
para ella,
para cuantos esperamos
mulatas en los carnavales
que afloran bajo
los ceibos del cielo del sur,
que también existe.
Desde las grietas del olvido
alzaré la trinchera
por donde paseará
el recuerdo
del altillo de almas
que son tus versos, Mario.
Los que te resucitarán cada día...