¿Qué
le contará el castillo a la luna
que
cambia su color por el de Marte?
¿qué
lisonja le lanza en ese aparte
que
sangra su rubor como ninguna?
¿Será
ella la culpable inoportuna
de
que la torre no luzca estandarte?
¿Qué
le promete el mellado baluarte
que
enrojece de asombro su tribuna?
Nunca
sabremos todo con certeza,
tendremos
siempre acta del antojo
que
atrapó con sutil delicadeza
del
cigüeño Javier proverbial ojo:
cuando
al requiebro de una fortaleza
la
luna fue pasión y farol rojo...
La incomparable foto es fruto de la habilidad y el trabajo del buen amigo campanariense Javier Simón, quien en la pasada noche del eclipse anunciado celó y perseveró desde la laguna de La Haba hasta atrapar a la luna enamorándose en Magacela, una maravilla de imagen a la que, sin la menor duda, el poema no hace honor...