jueves, 1 de marzo de 2007

Sé que vienes

Sé que vienes por el senderillo que alcanza la playa. Vienes de sorberle a la noche toda la belleza. Tu pelo arrastra los mejores rayos de la luna que te perfila ascendiendo el camino. ¡Eres tan linda en esa soledad de plantas que apenas se adivinan! Te adivino acelerando el paso cuando me intuyes en el porche. Algo en los romeros del aire conspira contra mi sorpresa. Y entonces apareces ante la entrada con los pies húmedos y con arena en las rodillas y con una sonrisa que devora tu cara. Te devuelvo la sonrisa y, sin dejar de mirar la noche que traes en los ojos, te ofrezco la manta. Te acurrucas como el pajarillo que siempre imaginé, como un gorrión ahíto que empieza a dibujarme. Me dibujas con la yema estilográfica de tus dedos, como un ciego veterano, con la exactitud de un cirujano. Me dibujas y me desdibujas. Porque tu dedo se ha convertido en mano y tu mano es una mujer que se desliza por mí como un fuego fatuo, deslabazándome. Tu mano, con ese tacto de madreselva, tu tacto violeta, tu tacto de amanecer de pueblo en la montaña. Hueles a conchas marrones y a sexo atormentado. No puedo llenarte la copa que había preparado por que tu mano me esclaviza y tu labio se fotografía en mi pecho. No puedo porque veo rodar mi camiseta y siento tus arañazos en mi ingle. No puedo porque ya no veo más que el farolillo que nos ofrece una penumbra tan tibia como tu lengua en mi sexo liberado. Ya no estoy en un porche, estoy en un hechizo porque no sé cuándo te has desnudado, ni cuándo te has girado, ni cuándo has hundido tu carne más blanda en mi boca, ni cuándo has empezado a devorarme con un anhelo despiadado. He despertado en el lecho, el mundo amanece con unos colores que no conozco, duermes al lado como un espíritu reconfortado, con la sonrisa que traías, pero con un rubor nuevo. Esperaré a que despiertes, haré café y me contarás, paso a paso, todo lo que no recuerdo desde que me llevaste a la catalepsia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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