En Bronson Park perdí a mi chica por primera vez…
Yo tuve una novia en Kalamazoo
cuando los zorzales maltrataban al manzano silvestre
y todavía nunca habíamos escuchado a Glenn Miller
sentados en la hierba
que alfombra la hermosa fuente junto al kiosko…
Yo, pecador, perdí a mi chica
cerca de la primera Iglesia Metodista Unida
hipnotizado por el rojo inglés
de los ladrillos de la Biblioteca de Damas.
Ella me había lavado el pelo
unas horas antes,
había preparado un delicioso picnic
sin mantequilla de cacahuate ni pepinillos,
se había puesto dos lazos por la cabeza
y escondió dos libros en la cesta
junto al sirope de arce…
La perdí por primera vez
y fui el hombre más feliz
malgastando la tarde tratando de encontrarla
a lo largo de South Park Street,
al oeste de Lovell Street
hasta sorprenderla embelesada
en una de las galerías Zane…
Me desnudó en un callejón de la avenida Michigan
por donde Kalamazoo se escapa hacia el lago
entre bosques de altísimos pinos rojos…
La perdí en Bronson Park por primera vez
y la perdí para siempre entre calabazas gigantes
cuando abandoné Kalamazoo
y me vine al norte.
Sé que sigue lavando otros cabellos,
que nunca dejará de prodigar sus manos
en las mil habilidades parsimoniosas que la conocí,
que seguirá escuchando a Nick Cave
y despistando novios en el Bronson
como quien empieza a ser feliz
dejándose encontrar mirando un cuadro…
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