Habita por el insomnio
una rana de porcelana
en el centro de un parque.
Es todo el silencio
y es amarillo.
Digo el silencio.
Digo el insomnio.
La rana amanecerá con su chorrito
y habrá una fiesta de gorriones
y de pinzones, y de jilgueros.
Cerca hay plataneros altísimos.
Pero yo ya duermo
agarrado a una estrella
y sin ese encanto
del agua amaneciendo blanca,
saliendo del poema.
Así, desnudo,
sin ese encanto.
Con esta estúpida felicidad
siempre previa...
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