Este poema no es mío.
Surgió de la erosión
que ha cultivado la memoria
de mis manos.
Fue, sin duda,
acariciando tus certezas,
fue, lo sé, el tacto robado
en alcobas de luna,
fue simiente de besos.
Todas esas palabras
que edificaron este olvido
inagotable.
Todas las palabras que te definen,
las que definen
tu sexo desplegado.
Este poema viene
de tu piel en éxtasis,
de su estancia en mi piel.
Me hablaste,
Me cantaste.
Me mataste.
Pero la muerte
no es una palabra.
La muerte es la muerte
y no cabe en este poema
que nunca ha sido mío
y que ahora te devuelvo.
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