«Tengo besos que se mueren como cachorros de nube. Besos que se confunden en los garabatos de una niña de seis años. Besos como tormentas en los trigales de más allá del brezal, de más acá de las colinas del heno. Besos como saltamontes bizcos, como canción en el agua. Llevo besos como azogue plateado en las charcas de la primavera, como perfume de juncos agitados por un viento de amapolas. Besos como topacios en los ojos, como granadas tropicales, como siestas de gato, como ondas en el río.
Y tengo un beso que pasea tu nombre en una cometa china que explota como extraño confetti para que la vida te sepa a tahona y a pueblo que despierta y para que me pidas, sin demora, todos esos besos que tengo y que si no, morirán como cachorros de nube...»
Y tengo un beso que pasea tu nombre en una cometa china que explota como extraño confetti para que la vida te sepa a tahona y a pueblo que despierta y para que me pidas, sin demora, todos esos besos que tengo y que si no, morirán como cachorros de nube...»
( Héctor Federico Kichmann - 'Antología de poetas judíos yerrantes, 1908-1988')
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