lunes, 19 de julio de 2010

Festina lente

Todo empezó con una nada de papeles. Entre todo el enorme bulto de atrasos y olvidos que poblaban mi mesa destacaba, por su insignificancia, una carpeta que no contenía más que la tinta verde que cabe en las seis letras pulcramente caligrafiadas de la palabra «Oxímoron», ubicada en el extremo inferior de la solapa anterior. Nada de papeles. Por eso detuve mi prisa en la lentitud que precisaba enlazar el viejo neologismo con mi no menos viejo ejemplar de «El aleph» y con la página que describía a Beatriz en donde descuidé expresamente un esbozo de poema, en tinta verde también, una tarde sin frío de alguna Navidad. ¿Por qué no acabarlo aunque fuese verano y caluroso?

Tampoco en lo que crece

con cada alba, cada día,

entramos sin problemas.

Un residente temor

resurge con todo

lo que intuimos bueno

y queremos nombrar

desde esa sombra

apenas olvidada:

la mujer

que quizá ha sido zozobra

entre tus brazos,

el acordado silencio

que promueve esa sonrisa,

la torpe precisión

con que cada olvido

sigue forjando

la eternidad de un leve roce...

Ella no enumera nada,

su inteligencia emerge

mirándome

naufragar una vez más.

Tampoco es imposible

que seamos mutua salvación,

doble desarme.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lastima de hermoso poema abndonado...

Isabel dijo...

Tampoco es imposible...

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