Cinco minutos con ellas dan para una enciclopedia. En cinco minutos la risa es capaz de alborotar la noche con el estruendo de su chispa. Así, Leonor, hermosa en su reposada viudez, me contaba como si tal cosa:
«... y claro, yo le dije a mi nieto cuando se levantó, que s'a venío con un amigo de allí, de Barakaldo, que con tanto trajín no me aclaraba y que me dijiera si iban a venir a comer o si se quedaban en la picina para aviar más o menos comía¿no?... Y me dice el mozo: pero, abuela, es que no sabemos si va a llover o no... ¿A llover? pero hijito mío ¿tú sabes dónde estás? ¡Questo es Campanario...!»
Por supuesto, Rosa, Josefa, Antonia María y Loli se meaban con el relato y con la inocencia urbanita de los muchachos. Vaya este mínimo homenaje a esa picota nocturna del barrio de La Ermita donde cada noche que fui a buscar a mi amigo Juan Antonio hice parada obligatoria para disfrute impagable y donde, si todo va bien, espero volver a gozar el próximo agosto.
4 comentarios:
Y seguro que ya te echan de menos...
Como nosotros a tí en tus cerezas..
Mila muxu, Joseba
Me encantan las chicas de oro, mira que agustito estan tomando el fresco
Sí que lo estaban, sí... y así cada noche del ardiente agosto que hemos tenido... Una gloria disfrutarlas, créeme...
Gracias por tu visita, Ana... es un placer conocerte... Ando visitándote...
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