Sí, es mi vocación no ser urgente,
ni entregarme a llantos clamorosos
y tratar de engañarte con una sonrisa;
no, no te digo toda la verdad cuando te miento
ni exagero la alegría.
Soy cauto en los ensueños, sí,
y también en los arrebatos enamorados,
atesoro una mirada preparada sólo para ti
y, aunque no te extraño muriendo el día,
soy capaz de odiarte sin tregua
vacío de manos cuando amanece.
Sí, olvido aniversarios y algunos sitios,
cambio las constelaciones de lugar
y me disgusta que te desnudes antes que yo
pero no, nunca dejaré de estar allí
ni te regatearé las mariposas de mis dedos
ni cuanto tengo gratis para ti,
que es todo, aunque te parezca nada.
Me asolan crisis de bondad y bombones derretidos, sí,
me anuncio en algunos pájaros
y desaparezco entre tus ojos,
me puedes romper como a un muñeco
pero no, no,
no caduco como persona
aunque no tenga arreglo, ni garantía,
cuando me quieres vestir a tu antojo
u ofrecerme zumos a la hora del café...
4 comentarios:
Bello, muy bello.
Salud y República
¡Gracias, Rafa!
un gran placer encontrarte por este huerto...
Salud, hermano...
¡Vuelvo y me encuentro un hermoso poema!
(mi vocación, tratar de engañarte y no conseguirlo, parece decir)
Ahora que lo dices, Koldo... jejeje... Dijo, no sé quién, hablando del tema, siempre tan controvertido, de la infidelidad que «Los hombres no son todos iguales... ¡son el único...!»
Es una opción tu lectura, eso siempre, pero también puede ser al contrario... qui lo sà...
Besarkada bat, txo...
Publicar un comentario