Huelo a romeros a tomillos, a verbenas...
a racimos azulados y semillas,
a las gotas del sudor en tus mejillas,
a saliva almibarada y a azucenas.
A destierro de pesares y de penas,
a amables, frescas penumbras, a cosquillas,
a gatos que se desparraman por las sillas,
a lagunas que perfuman yerbabuenas.
Huelo a cielos que se tintan de misiles,
preñados de golondrinas y de aviones,
luciéndose de naranjas y de añiles.
Huelo a tardes de azahar en los balcones
y a la entera paz del campo, en sus atriles
cantarán dulce canción mis vacaciones.
sábado, 28 de julio de 2007
viernes, 6 de julio de 2007
Gaunessia Hárgix
Hay por ahí un cuento donde una curiosa flor motiva la aventura y la salvación de un pueblo, quizá de varios. Hay por aquí una flor que ha ido saliendo a trompicones y a golpes de azar inenarrables. No lo sé todavía, tal vez merezcan juntarse alguna madrugada en la misma página. Quizá sean el reclamo final para el regreso del último gran señor del pueblo Oyango. Empezaré a revolver en el caos de mis cajones, sé que aquellas letras no deben estar muy lejos...
martes, 3 de julio de 2007
Fuera, dentro
I
Aquí estoy, me has limpiado
Unas arrugas, aquí estoy,
En esta ciudad, en la ciudad
Que ya no nombro.
El sol se apaga, enciendo
Un poema,
Un cigarrillo,
Una sonrisa enciendo.
El resto lo enciendas tú,
Apaga los preludios,
Quiero arrugarme en tus dedos,
En esta ciudad,
Sin el sol,
Con la sonrisa borrada
De besos marrones,
Sin preludios,
Arrugarme
Fuera de este poema
Que apago. Ya.
Aquí estoy.
II
Filtro de la esperanza
roza
este silencio absoluto
la red donde
trama la tarde
todo el olvido
de ti
cada segundo.
Estoy en la nube
que pestañea
tras la tierna flor
del cerezo
que acoge
el manto imposible
de arropar tu miedo.
Abre los ojos
y sabe que eres tú
todo el vapor
todo el aliento
que constituye esa tarde
donde desmayabas
mi ausencia
en roja y futura carne
de labios que han de ser
la esencia
de tu fotografía.
Aquí estoy, me has limpiado
Unas arrugas, aquí estoy,
En esta ciudad, en la ciudad
Que ya no nombro.
El sol se apaga, enciendo
Un poema,
Un cigarrillo,
Una sonrisa enciendo.
El resto lo enciendas tú,
Apaga los preludios,
Quiero arrugarme en tus dedos,
En esta ciudad,
Sin el sol,
Con la sonrisa borrada
De besos marrones,
Sin preludios,
Arrugarme
Fuera de este poema
Que apago. Ya.
Aquí estoy.
II
Filtro de la esperanza
roza
este silencio absoluto
la red donde
trama la tarde
todo el olvido
de ti
cada segundo.
Estoy en la nube
que pestañea
tras la tierna flor
del cerezo
que acoge
el manto imposible
de arropar tu miedo.
Abre los ojos
y sabe que eres tú
todo el vapor
todo el aliento
que constituye esa tarde
donde desmayabas
mi ausencia
en roja y futura carne
de labios que han de ser
la esencia
de tu fotografía.
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