- Eres como entonces te presentía.
- Me
alegro de ser... –hizo una pausa y comenzó a recitar sin dejar de mirarle-...la
mujer que buscas
en la copa mágica del otoño,
la que huye por mi sombra
a la nube errante
que nunca palparás
nunca,...
- ...la
mujer que en ti
no es más que tú
para esconder mi yo
en un turbio cáliz de
humo.
La que se ofrece a mi tiempo,
la que llena mis horas,
la mujer que busco
lejos de ti eres tú, Matilde.
Aquella
noche se amaron como dentro del poema que les había unido, con ese deleite de
las cosas recién estrenadas después de verlas largo tiempo en el armario hasta
que llega el aniversario, la fiesta, el acontecimiento.
(...)
(de 'Tabaco y agua' - J. Errota, pág. 3)