miércoles, 13 de febrero de 2008

Sonetos con patas

Estos dos sonetos, que son el mismo, duermen inéditos entre las sábanas lilas de ‘El olvido crea bicicletas, Alejandra’, uno de los pocos poemarios mutantes que existen en el mundo. Creo que soy, también, el autor de los otros dos de las mismas características que se conocen (...). No puedo obviar que me daría mucha pena que algún día se lleguen a publicar; ello, con seguridad, acarrearía la muerte de su pintoresca capacidad de mutación.
Aparte de ello, estos dos sonetos, que no son el mismo, fueron, antes de ser dejes en ese collar poético, posible final abierto en algún peregrino cuento, inédito también, donde alguien debería, si no acabar sus días cerca de cualquier salvaje playa norteña, sí preso de una añeja melancolía en el mismo arenal.
Es fácil, tenemos el final, podemos conseguir los nombres, somos capaces de imaginar el paisaje... apenas nos queda saber ¿con qué comienzo lo acabarías tú, por ejemplo?


A

En cada labio te dejaste una muerte,
por cada labio dos paisajes de bruma,
como una playa al fondo, alzando espuma
la lengua de olas, náufraga a tu suerte.

En cada caricia olvidaste una esperanza inerte
que como grama para el ojo esfuma
su tesón de hierro, su dulzor de pluma
y esa condición tan dolorosa como fuerte.

En cada olvido tuyo muero de mí, te reanudo
maldiciendo como siempre mi cordura
en cada estrella de este cielo hermoso, mudo

donde escribo y te persigo a la ventura
de ser de nuevo el caracol desnudo
que se besa de aire y se besa en su locura.



B

La lengua de olas, náufraga a tu suerte,
donde de mar y peces la perfumas,
suerte de caracolas y de espumas,
y de olvidos y de recreos, muerte.

La lengua en la caricia amada, inerte
grama que de la piel nunca te esfumas
como halo de recuerdos y de brumas:
débil de olvidos, de recuerdos, fuerte.

En un beso te mato y te reanudo,
enorme maldición de mi cordura:
eco de una voz sola, al final, mudo.

Te beso el mismo beso que me apura
el labio en lento caracol desnudo
que arrastra hacia la nada su locura.





5 comentarios:

Martine dijo...

Ondulantes arenas u olas...tristeza, ¿esperanza?¿miedo?..Qui sait?

Muxu Joseba

Joseba M. dijo...

Tristeza, esperanza, miedo... ¿vacío? ¿o quizá todo a la vez? Qui sait, tu dis bien... qui connais les sables, ces sables, les sables comme toi? Qui les aime plus que Selma?
Las arenas quieren que les hables, les hables... ese podría ser un buen principio para acabarlo, tu crois?
Bisous, Bakezale.

Martine dijo...

¿Hablar con las arenas?...Corres el peligro de que te engullen si hablas demasiado...
Me gustan sí, pero las temo..temo a los djinns que las habitan, seducen..

Muxu Joseba.

m.eugènia creus-piqué dijo...

Preciosos,son una maravilla,me han llegado al alma,felicidades Joseba.

un petonet de eukenixe.

Joseba M. dijo...

Hay que temerlas, Selma, sin dejar de hablarles...

Gracias a ti, Eukenixe, por la visita. Que no cesen ni visitas, ni emociones.
Petonets!

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