lunes, 20 de julio de 2009

Esta historia...

Yo sabré recordar.
No tengo el pulso del artesano
pero sé decir:
-Siéntate a mi lado...
Allí había labios limpios,
allí había carbón de besos.
No sé hacer grandes cosas
con la arcilla,
ni doblego el junco con paciencia
pero limpio de nubes
las noches del verano
y traigo agua fresca
al filo de las madrugadas.
Yo sabré recordar,
yo sabré
mantener el aliento,
sabré mantenerme en cuclillas
sin hacer nada,
nada más que acordarme
de lo que supe ofrecerte
como grama que no cesa.
Allí había ese fuego
que siempre sabré recordar
siempre.


jueves, 18 de junio de 2009

¡Una cerveza!

- ¡Una cerveza! o una caña... mientras no sea Heinnecken me da igual.
El camarero le miró con un gesto que era una mezcla de asombro y desprecio. Por un momento temió que fuera a preguntarle:
- ¿Así que no te gusta la Heinnecken? –dijo ella, a su lado, apareciendo como por ensalmo y apoyando medio cuerpo en la barra pícaramente.
Era una chica preciosa. Por unos momentos dudó que se estuviera dirigiendo a él. Miró a la muchacha que se columpiaba casi obscenamente a su lado y deseó que no dijera:
- Una Heinnecken, como siempre– dijo el barman, alzando la voz ladinamente y remarcando las sílabas.Lamentó odiar esa marca, pero desde hacía algún tiempo le sabía, aunque él adorase esa fruta, asquerosamente a manzana.
Estaba visto que era mejor que no desease nada. Claro que, quién es capaz de gobernar los deseos y quién sabe si aquellos que no son espontáneos pueden ser tomados como tales. Empezaba a considerar la posibilidad de desear que el camarero dijese algunas cosas por ver si era ella la que las pronunciaba. En estos recovecos patafísicos andaba cuando en los bafles del garito empezó a sonar «In a gadda da vidda» de...
- ¡¡Iron Butterfly!! –exclamó él, sorprendido al reconocer un tema que siempre le había encantado-. Hacía siglos que no escuchaba esto.
- Y más que ibas a estar, si por mí fuera... ¡menudo pestiño! –respondió, desabrido, el camarero mientras rebuscaba en el botellero-. Dále gracias a ella, siempre la pide... Entonces... ¿qué cerveza te sirvo?
Él la miró inquisitivo.
- Una Heinecken, claro- respondió ella.
- Y cóbrame las dos- añadió él, pensando entre sí «Ahora sólo falta que le diga que ponga...»
- ¿La última de los Dolls, luego, Eva?- dijo el camarero.
Ella asintió con un chisporroteo de sus prodigiosos ojos. Y le invitó a que la siguiera, moviéndose como una hermosa cobra, al rincón donde beberían en silencio la manzana espumosa que agrandaba el deseo, mientras las muñecas neoyorquinas tomaban el relevo de las mariposas de hierro y les llevaban al edén entre la bruma vocal de «Temptation to exist».





miércoles, 10 de junio de 2009

De «El asno en globo»

En el número 16 de la revista, editado en la primavera de hace ya unos cuantos lustros, encuentro la inquietante lucidez de un interno que firma como G. Stream reflejada en un puñado de versos cuyo nexo bien pudiera hallarse en una mirada que va más allá de la ventana enrejada frente a la que, presumo, fueron redactados y en una pérfida ironía para con la institución...


Alguna mujer cuando el sol se pone
se llama María en alguna parte,
algún tonto te dice de casarte,
alguno muere, nace, se indispone.

Un lápiz hace que algo se emborrone,
algún poeta intentará engañarte,
algún fusil abate un estandarte,
alguien está a favor, alguien se opone.

Siempre hay alguno cuando muere el día
que dice te quiero por vez primera,
y hay quien lo calla cuando no debía.

Alguien leyendo versos de cualquiera,
alguno sembrando en tierra baldía
(algún loco violando a su enfermera).


El trueno, como un azor improvisado
anuncia cenizas en el cielo taciturno,
las princesas tiritan en palacio,
espolea un caballo el príncipe de turno.
Galopa, jinete saeta, más despacio
que el viento apacigua lo tormenta
y el llanto cristaliza en gris topacio
donde amor espera impaciente.
Las aves vigilan su pasar desesperado
la selva inviste su sombra de fe ardiente,
se desploma el silencio en luto enamorado.
Las niñas, presas de miedo despreciable,
ofrecen costuras de recelos a la entrega.
¡Ay, lluvia gris! El príncipe no llega...
Cuento de hadas con final poco admirable,
soneto musitado apenas, poco bailable.
Descanse en paz el vaso del críptico poeta,
con su fábula de enigmas, censurable,
que el alma del amor es pura y quieta
y no llaga en ornamento despreciable.



Me muero de pena cuando me acuerdo
-el viento cautivo de tus rizos-
que me leías el futuro en las manos sucias
y yo te decía aquello tan bonito
que te rilaba a mis pies
como las olas que me asustan tanto.
-Tu pelo con ser tu pelo tiene bastante-
A menudo esa misma pena
me despierta en un autobús rojo
y me atropellan las ganas
de saber
a dónde
iba.
Como ahora.
La añoranza se viste de cristales empapados
y camisas arrugadas sin perfume.
He vuelto a mi ser...
pero la obstinación del reflejo de tu pelo
me arrebata las ganas de comer
y busco asilo en una moda muerta,
en el traspiés sonoro después del cine,
en la conjura de los silencios menos leves.
-¡Qué hermoso lazo llevabas aquel día!-
Sin embargo, intentaré volcar
todo mi amor en ese saltamontes
que guarda tu huella impresa en sus ocelos.
Sin ira.

Por tu piel aquel río se curvaba
y tú tan divertida en tu inclemencia
tensabas su tortura con vehemencia
y el río se enroscaba y se enroscaba.

La misma piel que mi cerebro agrava
cuando añoro mi dedo por su esencia
o mi labio por tu ingle con violencia,
tanta, que su ausencia mi ojo acaba.

Ignorarás por siempre cuántos daños
causa esa epidermis, dulce velo
que siempre has manejado con engaños.

Lo sabe la enfermera que en su celo
me escribe estos versos, me da los baños
y, dulce, al irte, me acaricia el pelo.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Altillo de almas

Como tantos,
cualquier día gracias a vos
encontré
un boliche
donde fulminar mi formalidad
y poder acariciar
unos dedos que contaron conmigo...
Deberías haber sabido
que podías seguir viviendo
para mí,
para ella,
para cuantos esperamos
mulatas en los carnavales
que afloran bajo
los ceibos del cielo del sur,
que también existe.
Desde las grietas del olvido
alzaré la trinchera
por donde paseará
el recuerdo
del altillo de almas
que son tus versos, Mario.
Los que te resucitarán cada día...

miércoles, 6 de mayo de 2009

Sin palabras

«El primer gran amor secreto llevaba 42 años extraviado, pero el puente incesante de aquella prodigiosa sonrisa se ha tendido esta mañana en la avenida Sandburg, esquina Raymond Carver, para que, secreto siempre el amor, crucen los sueños de una orill...»

lunes, 4 de mayo de 2009

Entre tanto

Por poner un ejemplo, no hace ni una semana que cuando te miraba a los ojos veía una partida de poker donde ganaba sin parar. El último domingo de la cuaresma fue tan sencillo como verte parpadear frente al mar para que seis o siete niñas empezaran a jugar al corro de las patatas. ¡Y todas esas veces en que he creído estar terminando un poema y lo que en realidad hacía era tenderme a tu lado y verte abrirlos para mirar el techo!
Todavía me siento a tu lado con la inquietud de saber que cualquier mañana, en el café, cuando te mire y espere ver ardillas robando galletas o antiguos cómics perdidos en cualquier desván, lo único que me encuentre sean tus ojos quizá marrones, con sus cristalinos, sus escleróticas, sus pupilas, sus nervios y esas mil cosas chiquitas que tienen todos los ojos...
Y todo habrá terminado.

jueves, 30 de abril de 2009

No te atrapo





Desnudo estoy tan triste
con el alba en el culo...
Hace menos de cuarenta años
era un hotel delicieux
y allí también se rayó
en los culos el sol.
Y una lágrima...
Hace cuarenta exactos,
Efraín
le hacía justicia a una lluvia
que persiste...
«Tirado con mis sueños....»
Ayer supe que somos azar
en ese revoltijo
que hacen olvido
y memoria
y recuerdos
y puentes
y desoladas plazas
y un pálido tren
¡tan hermoso de luna!
que nunca estará en Venecia.
El alba amarilla
en mi culo solitario
¡tan triste! ¡tan desnudo!

FRÁGILES OLVIDOS

Cadáveres  exquisitos  dejaremos y esos frágiles olvidos que ilustran la memoria que nos tendrán... Ella escuchaba el mismo disco de Serrat ...