A destiempo de besos llegas, a destiempo,
miserere amor.
Tomo mi silla y me siento en la nieve.
No hay más ruido
que el impertinente
lamento del cedro centenario.
Allí no queda tu nombre
pero sé que tal vez te dije
que eres bonita.
Como globo de feria arcoiris.
Tu felicidad es blanca
como todo el invierno aquí sentado.
Cada año se abre otra huella.
Te has arreglado el flequillo
y las intenciones. Rectos ambos.
viernes, 2 de marzo de 2007
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