jueves, 22 de mayo de 2025
FRÁGILES OLVIDOS
miércoles, 21 de mayo de 2025
Sabines cuando llueve
martes, 20 de mayo de 2025
EL MANTO DE LA VIRGEN
Más allá de rosas, claveles y margaritas no distinguía yo tipos de flores de no haber sido por mi buen amigo Andrés, el ferroviario, y los frecuentes paseos que nos hemos dado por los alrededores de su casa de campo. En ellos me ha ido enseñando la hermosa flor de la jara, las pequeñas y violáceas flores del tomillo, las diminutas de la retama, las divertidas florecillas que aquí llaman panes y quesos, el delicioso lirio del valle o el espigado jaramago. Pero ninguna de ellas, todas hermosas en su estilo, me ha llegado a emocionar tanto como una que adorna un pensil dentro de la propiedad que antes he mencionado.
Es la casa de campo de Andrés una hermosa construcción relativamente antigua asentada en una pequeña loma que domina un maravilloso paisaje de campos infinitos que huyen entre pizarras y arroyuelos hasta salir de la provincia casi. Rodeada por un pequeño olivar y una huerta donde recoge cuatro hortalizas, es un lugar fabuloso donde juntarse a celebrar cualquier tontería peregrina, especialmente en los días del abril ya avanzado. Llevaba yo una buena temporada sin acudir y fue allí, en una de esas reuniones del abril pasado donde reparé en el jardincillo que el ferroviario había preparado con sus hábiles manos frente al coqueto porche de la casita. Lo había preparado utilizando viejas traviesas de vía y tenía forma de L mayúscula. Cuando llegamos con los víVeres a primeras horas de la mañana formaban un entramado verde salpicado por una multitud multitud de capullos cerrados de un rosa oscuro. Nada espectacular entonces. Pero cuando pasado el mediodía salí del ágape que disfrutábamos una docena de personas, algunas desconocidas, quedé absolutamente petrificado de admiración ante el esplendoroso tapiz de flores en que se había convertido el jardín. «Aquí se le llama manto de la virgen. Y éste de Andrés es especialmente hermoso» dijo una voz a mi espalda. Apenas acerté a decir un gracias timorato, casi inaudible. Era otra flor y se presentó, además, como Azucena. Amiga de la mujer de Andrés supo explicarme casi poéticamente las cualidades medicinales y otras curiosidades de aquella maravillosa planta que se abría ante nosostros. Las flores, de un intenso violeta, se apretaban unas contra otras tupiendo la base que las sustentaba y refulgiendo bajo el apetitoso sol primaveral.
Todo esto quedaría en una simpática anécdota hortícola con una hermosa mujer al fondo si no fuera porque, para mi sorpresa, esa misma flor fue a aparecérseme algún tiempo después donde jamás hubiese podido imaginar: en uno de los textos de ese misterio literario que llevo años investigando, el poeta E.L. Kasher. El dramaturgo Joshua Montaner coincidió con él en una remota cárcel griega y en su libro «Poetas inmortales muertos» relata cómo Kasher le regaló un poema que incluye en su obra. Cuenta también cómo le llamó la atención el uso de aquellas metáforas florales estando allí, en una prisión donde sólo gozaban de la vista de los ciclaminos que se descolgaban por las tapias del patio. El poema dice así:
«Trémulas cariátides
desde las azucenas quietas
de tus pies
sostienen tus piernas
otro templo
donde acomodar la noche
en el florido manto de la virgen
que aprietan tus quejidos
en mistral deseo,
vergel desmemoriado...»
lunes, 19 de mayo de 2025
«HASTA PRONTO, VLADIMIR»
CUALQUIERA TIEMPO PASADO FUE ANTERIOR
El olvido crece bicicletas, Alejandra
y hoy, cuando sabemos
que cualquiera tiempo pasado fue anterior
un transistor Vanguard anuncia
que es lunes 10 de junio de 1974
y mientras Luis Lucena se queja
«Hermano, ¿por qué
me robaste lo que más quería?»
la madre recose unos vaqueros ya recosidos,
abuela Rosalía suspira
el mismo suspiro que exhala
desde que la muerte del abuelo Kiko
la exilió a cinco casas diferentes,
un Orient llegará de Oriente
para que yo sepa
la hora del desierto de Saba
antes de que Sanáa sea
patrimonio de la Unesco
con sus 14.000 torres,
un Orient vendrá de oriente
para que el tiempo del desierto humanyí
brille bajo mis sábanas,
el padre pagó con dólares
su último exilio.
El olvido crece bicicletas, Alejandra
cuando por los ajados altavoces
del andén de la estación
de Campanario, Badajoz,
José Luis Pécker hace saber
a la ardiente noche extremeña
que es sábado 30 de agosto de 1.958
y el padre y la madre
tomarán un tren sin regreso,
luna de miel en el exilio del hambre
dando comienzo
al «Milagro económico español»
hacia un norte donde bañar su miseria
porque Benidorm no les acogió nunca.
El olvido crece bicicletas, Alejandra,
y ahora,
cuando cualquiera tiempo pasado fue anterior,
Fede Merino se desgañita
el 1 de Mayo de 1.983,
«oye como va en Radio Popular»,
ofreciendo bacalaos de felicidad
desde Las Palmas,
mientras en todo el estado otras gargantas
se desgañitan contra la nueva miseria
del mesías Felipe
que regala felicidad reconvertida,
miseria de andar por casa
y fútbol cosmético.
El olvido crece bicicletas, Alejandra
cuando antes de que Radio Nacional de España
ofrezca el único parte de noticias permitido
el 14 de febrero de 1.959
inunde una miserable cocina compartida
por tres familias
con la facultada voz de Pepe Pinto
cantando a su María Manuela
«me escuchas,
yo de vestíos no entiendo,
pero de veras te gusta
ese que te estás poniendo...»
mientra el padre y la madre terminan de cenar
una olla de algo más agua que sustancia
y él le canta por encima de la radio
ese amor nuevo que limpia la miseria
«vela, no tiene más que una vela,
el barco de mis amores
y es mi María Manuela...»
y ella, que se llama Facunda
y es chiquita y muy garbosa
no sabe que todavía no ha nacido
san Valentín,
ni sabe que esa noche elevará
la sábana su larga enredadera
en la alcoba prestada que alberga
todo su arreo,
y que los besos fraguarán
en el futuro imperfecto
de un ser que no será
un buen poeta
pero nunca será un mal hijo...
Pero, Alejandra, la memoria,
esa grieta del olvido...
FRÁGILES OLVIDOS
Cadáveres exquisitos dejaremos y esos frágiles olvidos que ilustran la memoria que nos tendrán... Ella escuchaba el mismo disco de Serrat ...

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